Había una vez, como tantas otras unas, pero en este caso, mi vez. En la que vaya por donde, broté de una barriga dividida en dos como las rojas y aterciopeladas cortinas de un teatro de variedades, el espectáculo debió ser dantesco, casi muero asfixiada entre gritos que parecían abucheos, substancias extrañas lanzadas por un público nervioso y aplausos , si, aplausos, pero en el culo…Sobreviví, llegué tambaleándome al puesto de rifas y en la tómbola de los nombres me tocó el de Sandra.
El resto, es una suma.